La compra de moda local es un movimiento más radical que bienintencionado. Exploramos su impacto en un momento de cambios para la moda.
“Apoya lo local” y el famoso “#ConsumeLocal” son dos de las frases más usadas en México para promover el consumo de productos hechos por personas residentes de las zonas cercanas e internas de cualquier ciudad. La localidad, por sí sola, habla de cercanía, de colaboración, de horizontalidad. Asimismo la localidad se entiende generalmente por productos hechos por emprendedores independientes que forman parte de una resistencia en un sistema ya industrializado. ¿Pero esto realmente es así? Quizá para contestar esta pregunta debemos ir un poco atrás hacia los orígenes de esta conducta.
Kate Nelson Best, en su libro The History of Fashion Journalism (Bloomsbury, 2017), habla sobre cómo es que el consumo de lo local permeó indudablemente en la misma industria de la moda de finales del siglo XX. Las crisis económicas en países bélicos como Francia, Alemania e incluso Estados Unidos, hicieron que la mayoría de las industrias se adaptaran. La localidad también habla de adaptación y transformación.
Nelson cuenta cómo es que a partir de una falta de recursos, los propios sistemas económicos apostaron a lo local para sobrevivir y fue gracias al periodismo y los medios que se difundieron esos mensajes. Aún con la carga nacionalista del consumo local, estas prácticas permitieron que la economía circulara internamente, soportando las duras crisis y generando empleos. Ejemplos como este hay muchos, como los costales de harina que eran utilizados como lienzos para que mujeres confeccionaran prendas de vestir (y que después de un tiempo las mismas empresas productoras de estos costales comenzaran a decorar sus telas para un nuevo propósito: la creación de vestidos).
Rastreando el consumo local en México
“durante gran parte de los noventa, no se hablaba de una “industria local” ni mucho menos de un consumo por lo local; al menos no como se le conoce ahora, pues las prácticas hacia la localidad seguían sucediendo…”
En México la industria local está arraigada desde principios del siglo XIX y mediados del siglo XX, y eso se debe a las reproducciones mediáticas de las gacetas de moda que provenían del extranjero y que, de alguna manera, replicaban los modelos de contenido de allá. Se encontraron anuncios locales no solo de venta de ropa sino de cosméticos, mercados y firmas que poco a poco formaron parte de una industria local bastante sólida. Todavía a finales de la segunda mitad del siglo XX, específicamente en las décadas de los setenta y ochenta, la industria mexicana del vestido se anunciaba en las revistas femeninas, destacándose anuncios de El Taconazo Popis, Milano, Catalina, Avon, Marsel o Palacio de Hierro.
Lo cierto es que, durante el periodo previo al Tratado de Libre Comercio (TLC), los medios de comunicación, específicamente el de las revistas femeninas, poseían anuncios de marcas de moda que comprendían la industria del vestido y textil de México. Sin embargo, en cuanto al diseño local (es decir, independiente y emergente) las marcas tenían presencia en sesiones fotográficas de moda o en secciones específicas de recomendaciones del equipo de moda de las revistas. De manera posterior al TLC, parece que lo local viró hacia la invisibilidad. Se prefirieron marcas extranjeras que llegaban como novedad y que, más tarde, fueron las preferidas de los y las consumidoras.
Así, durante gran parte de los noventa, no se hablaba de una “industria local” ni mucho menos de un consumo por lo local; al menos no como se le conoce ahora, pues las prácticas hacia la localidad seguían sucediendo: no solo se trata de consumir ropa o accesorios, sino de entender que los productos locales como comida, productos utilitarios y oficios siguen siendo parte de este universo de lo “local”.
Construyendo puentes y tejiendo redes
Podría hacer una lista de los beneficios de consumir local. Sin embargo, esa no es la intención de este texto. Las dinámicas de consumo que han derivado de la COVID-19 ha detonado la transformación de ritmos de producción y formatos de difusión en la moda. Así, durante este periodo de incertidumbre, algunos proyectos locales han tomado mayor fuerza. Mencionamos tres de ellos que destacan por su perspectiva de resistencia.
Apoya tu clicka local comenzó como forma de difusión de moda, joyería e ilustración hecha por emprendedores emergentes e independientes. La dinámica comenzó en las redes sociales de revista Melodrama y hoy, sus fundadoras, Nayma Flores y Melina Guerrero —cofundadoras de la publicación digital Melodrama— están por realizarlo* de manera física y con todas las medidas de precaución sanitaria. “Este proyecto empezó apoyando a los nuevos emprendedores. Inició gracias a que la gente recomendaba lo que le gustaba, fue así que a través de la caja de preguntas de Instagram que lxs mismxs usuarios comenzaron a recomendar no solo sus propios proyectos sino proyectos que ellxs mismxs consumían”.
Apoya tu clicka local nace, además, como un espacio de reflexión sobre cómo es que se ha consumido la moda local en México durante años. La centralización, así como la misma capitalización de espacios para difundir lo local han caído en la misma oferta de diseñadores de hace dos o cuatro años, haciendo que emprendedores emergentes y sobre todo emprendedores que surgieron a raíz de la pandemia, no tengan oportunidad de una difusión debido a factores como los altos precios de renta de espacio en bazares o la falta de apoyo de los medios, etc. Ante esto, Melina y Nayma expresan que “hay que ver lo local como comunidad, es una forma de hacer redes para que a todos nos vaya bien. Este sentido de comunidad es al que apostamos, porque aun actualmente es difícil encontrarse con un espacio que le brinda oportunidades, por ejemplo, a una persona que venda ropa de segunda mano”.
Hablando de redes, el consumo local manifiesta quizás una de las ventajas más sobresalientes y es la cercanía que tienes con los productores directos. Omar Quiroz, ilustrador y diseñador comenta sobre las cadenas de valor que se generan al comprar local:
“creo que lo más importante es que cuando me compran algo de mi tienda, no solo me están apoyando a mí, sino a una serie de personas con las que colaboro. Está, por ejemplo, la persona que imprime mis diseños, la persona que vende la tela que utilizo para mis cosas, etc. El consumo local implica el apoyo a una cadena de personas y eso es lo más chido y que la gente debe considerar cuando compra local”
Omar Quiroz, quien ha estado varios años en el ámbito de lo local, sobre todo de la moda local, se ha enfrentado a esta pandemia justo a varios retos para hacer llegar sus productos a sus consumidores. Pues, gracias a estos eslabones que menciona, si uno falta, toda la cadena se pausa: “Durante la pandemia me enfrenté al reto de la producción, ya que, si mi proveedor que también es local no abría, yo no tenía cómo producir. Eso me hizo trabajar aún más duro y empezar a buscar nuevos proveedores, incluso fuera de la ciudad, haciendo que apoyara no solo a productores locales de mi cercanía, sino a gente local de otros estados”. Asimismo, menciona que este momento de crisis le ha hecho ver y valorar más el trabajo local no solo propio sino de otras marcas: “A partir de esto, me di cuenta de que cada uno, hasta yo mismo, tuve que adaptarme a vender y comprar en otros espacios como bazares digitales o en tiendas en línea, y eso me hizo apreciar más el trabajo de mis amigxs”.
Por otro lado, José Sentimental, diseñador de la firma Bodega Slasher y que lanzó su marca el año pasado menciona que, si bien esta pandemia le ha traído más trabajo, Sobre la economía circular, apunta: “Uno también es consumidor, y lo que gano me lo gasto entre las personas cercanas de mi comunidad. Ellos me aportan desde el consumo de tiendas, verdulerías y yo les aporto a ellos con lo que gano. Hay que pensar que lo local es un término más amplio y no solo en la localidad donde vives, pues se extiende también a lo nacional”.
“las crisis me ayudan mucho a darme cuenta de mi realidad y me permiten crear. El sentimiento de incertidumbre me ayuda a ser más creativo y adaptarme a lo que me encuentre. Por ello, consumir local es importante, ya que no solo se apoya al medio ambiente, sino que los recursos que ganan las personas se mueven entre ellos, aportando a la economía circular”
En las voces de los proyectos mencionados se coloca una forma de resistencia ante las inminentes gentrificaciones citadinas en los barrios periféricos de la ciudad, en el contexto de un sistema de la moda que, en todo el mundo, apuesta por el consumo exacerbado y en el mayor de los casos lejano a la consciencia de su entorno.
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Emiliano Villalba escribe sobre moda. Ex-coeditor en suplemento De Última de El Universal. Actualmente trabaja en la organización sin fines de lucro IMPACTO