Un relato sobre las manos que cosen, las manos que crean, las manos que dialogan y sí, se cuenta en silencio.
La manos son el inicio de todo. Son herramientas, motores en el proceso de creación, medios de exploración hacia el mundo y hacia nosotros mismos. Este es el eje rector de las diseñadoras tapatías en esta colección revolucionada; un mismo pensamiento que se alarga, pero lo hace con nuevos matices correspondientes al ADN de la firma desde sus inicios hasta hoy: lo acromático.
Julia y Renata presentan una continuación de Manos libres, la colección cuya sede fue el Museo Internacional del Barroco en Puebla, como una serie de piezas que se enfocan en nuevos procesos. Se trata de una aproximación que lleva al espectador a la esencia de la manufactura: cada pieza ha sido modelada a mano libre sobre un maniquí en mikado de seda, lino, lana y gasa de seda.
Esta entrega se enfoca en los colores neutros —del blanco al negro, de la ausencia al todo—, una completa oposición conceptual a su predecesora donde los estampados eran los protagonistas, pero mantiene la experimentación con formas y nuevos pesos en las telas revelados bajo un patronaje disciplinado, impecable.
La presentación se basa en el trabajo colaborativo, una tradición ya para este dúo. De la mano de Baku Artesanal, los zapatos homogeneizan los dos matices de la colección —sandalias con colores contrastantes y una textura que rompe con la seda—, joyería de Ricardo Peiro que dialoga con las texturas pesadas y da un toque de movimiento a las más rígidas. Además de texturas de sonido en la pasarela por Niño De Elche, un artista que experimenta con el género flamenco y que las diseñadoras descubrieron, como una obra de la casualidad, en un viaje a España.
El resultado de todos estos componentes es previsible: la esencia de Julia y Renata en singular, pero la mezcla perfecta que crean como dupla desde hace ya varios años en la industria nacional.